No es que tenga hambre, pero me vendría bastante bien un lonche. Un pan de yema con tu sonrisa, chocolate caliente y tus palabras.
Quiero beber y no puedo. Ya sabes. Mañana es lunes. Es más, creo que ya empezó el toque de queda. No me molestaría, no obstante, pasarme una noche así embriagándome con tu cintura, y aunque no fumo, aspirarme la luz de tu mirada. Ahogarme ridículamente con ella, quizás, mientras te ríes de mí a carcajadas.
Quiero tomar tazas de café que ya tomé. Quiero correr al lado del río en el lugar en el que ayer rompiste tus zapatos. Quiero mandarte, por puro capricho, y si quieres ni me lleves (es más ve con quién quieras), a los lugares con los paisajes que combinarían mejor con tus ojos. Por supuesto, por lo menos mándame las fotos. Súbelas a Instagram, a Facebook, a tus stories todas. No les faltarán likes. Fácil hasta se vuelven virales en Twitter. Romperán de super likes tu Tinder.
Es fácil imaginar la fotografía perfecta: De fondo, un cielo naranja dramático, medio rosado, lleno de adjetivos coloridos hasta un extremo exagerado. Sobre él, el paisaje. Andenes en una montaña verde. Al costado de un bosque de árboles rojos sobre un abismo por el que vuelan pájaros grandes. Y no podrías faltar tú en el encuadre. La carita sudada, el pelo desordenado, las zapatillas sucias diciéndole a la cámara: "Auxilio. ¡Ya hemos caminado mucho!"
Me la imagino y pienso: "La vida es mejor cuando es bella. ¡Acabemos mañana mismo con la pobreza!"
- "Pero joven, no podemos hacer eso. ¿Qué habla? Por favor le pido nos deje seguir trabajando. Deje de decir idioteces."
He llamado a todas partes y nadie me puede vender nada de lo que ahorita mismo quiero. No creerías la plata que he estado dispuesto a soltar. ¡Qué triste es el capitalismo así! ¡Maldita sea! Tanta revolución industrial, tanta globalización, tanto comercio, tanto mercado... Y no puede darme ni un fotograma de lo que quiero. Me avergüenza mucho la precariedad de esta cadena de suministros.
¿No que que el consumismo está destruyendo el planeta? Que me dejen consumir un poquito de lo que pido. Eso es todo lo que quiero. Vuelvo a llamar:
- "Lo siento mucho. No entiendo qué desea. Lo que dices no tiene sentido, ni forma, ni nada. ¿Qué es eso?¿Y a todo esto quién soy? Eso tampoco lo entiendo. ¿Soy un personaje acaso? ¿Qué es esto un cuento?¡Estoy harta de esta conversación!Que tenga buen día.¡Chau!".
Excusas, excusas. Hasta resulta que la culpa es mía. Nadie resuelve mi problema y ya llegó el fin: en fin, la hipótesis de los mercados eficientes.
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