domingo, 6 de marzo de 2016

La Chica y el Viñedo

Ella tenía 16 años cuando manejaba bicicleta al atardecer por un largo camino al costado de los viñedos.

El atardecer siempre la ponía nostálgica, era como asistir al suicidio de otro día que había decidido morir.

Cogió algunas de las uvas que pudo, y siguió su rumbo mientras las comía. La empatía despertada por la melancolía que sentía le hizo comprender que si las uvas eran dulces y frescas era porque su alma estaba hecha de vino. Al comprender esto, se llenó de energía y aceleró.

Los viñedos, mientras la veían alejarse cada vez más rápido, murmuraban entre sí que si ella era tan hermosa, era porque su alma estaba hecha de versos.


A Dessiré Medina Tito

viernes, 4 de marzo de 2016

Para qué vivir


Un individuo volvió de una lucha armada, de una revolución.

Llegó a casa, luego del fracaso, sin un brazo, sin una familia, no le quedaba ni si quiera la creencia de que los ideales que le llevaron a la lucha fueran correctos, hasta se había dado cuenta que no eran coherentes.

Al analizar donde estaba se dio cuenta que no tenía qué hacer, que no tenía a nadie ni nada en qué creer. Prácticamente su vida no tenía sentido. Su vida no era más que una historia a la cual se le habían resbalado  y despintado las letras.

Era una hoja en blanco.

No obstante, su vida, valiosa o no, digna de ser vivida o no, le había hecho el "enorme favor", de enfrentarle a muchas batallas.

De alguna manera era un artista, un soñador. La misma capacidad de sentir dolor, o al menos de no ser conforme con lo que vivía, era evidencia de ello.

Como artista, se dio cuenta que la hoja en blanco que tenía en frente era una hoja en la cual si bien no había nada, él podría poner lo que quisiese.

Con la mano que le quedaba útil, tomo un lápiz, escribió en esa hoja un poema. Lo recitó y fue feliz.

Hay quienes lo escucharon recitar ese largo poema épico por las calles, no entendieron una sola de sus palabras.